El cáncer de mama, enfermedad que se le diagnostica cada año a 30.000 españolas, es el tipo de tumor que más se repite entre las mujeres de todo el mundo. Muchas de ellas deciden someterse a una reconstrucción mamaria que revierta los efectos estéticos que el paso de la enfermedad ha provocado. Sin embargo, en algunos casos es mayor el impacto de la radioterapia en su cuerpo que el de la cirugía que extirpó el tumor, y sus efectos pueden tardar en manifestarse mucho tiempo.
A nivel estético, el principal problema que esto supone es que, aunque la paciente haya superado el trance de la enfermedad, las células benignas que circundaban las malignas también se ven afectadas, pudiendo darse el caso de que los efectos de tener que repetir, si la hubiere, la mamoplastia de reconstrucción.
Hasta la fecha no existe solución a este problema pero, recientemente, en el Instituto de Investigación Oncológica de Londres han logrado plantear una vía alternativa que logre proteger el tejido sano de la raditerapia.
Por lo general, las mujeres que han necesitado de radioterapia para combatir el cáncer no pueden someterse a una cirugía reconstructiva hasta pasado medio año desde que el tratamiento finalizase a fin de advertir cualquier efecto posterior que este tuviera, a pesar de que la radioterapia cada vez limita su espectro con el objetivo de no dañar zonas que rodean al tumor de manera innecesaria.
La solución diseñada desde el ICR consiste en educar a las células sanas para que estas sepan protegerse del negativo impacto de la radioterapia a través de una terapia génica, esto es, la inserción de elementos funcionales ausentes en el genoma de la paciente a través de células y tejidos.
La eficacia de este tratamiento, hasta ahora solo probado con animales, ha resultado muy exitosa, y abre la puerta a la posibilidad de una reconstrucción mamaria más pronta, además de hacerlo a una posible mejora de la eficacia de la radioterapia.