La búsqueda de la belleza es innata al ser humano. Nos gusta gustar, y gustarnos a nosotros mismos, sin excepciones. Tanto es así que, como veíamos en blogs anteriores, podríamos decir que Cleopatra, sin posibilidades de cirugía estética, se realizó, a su manera, una rinoplastia y una liposucción para ser recordada como bella para el resto de la historia.
Sin embargo, si tuviésemos que definir los inicios de la cirugía estética, nos remontaríamos a la Primera Guerra Mundial. Durante el primer conflicto global de la historia los cirujanos plásticos desarrollaron una labor fundamental. Esta labor era reconstruir y reparar los rostros desfigurados de los soldados.
Uno de los pioneros de la cirugía estética fue el Dr. Harold Gillies; quien, impactado por las heridas que vio en campo de batalla, y tras estudiar medicina en Cambridge, solicitó poder crear su propia Unidad de Cirugía Plástica en la que realizaría algunas de sus intervenciones más exitosas y recordadas a lo largo de la historia.
A pesar de primitivas, las operaciones del Dr. Gillies resultaron ser el comienzo del largo camino de la historia de la cirugía plástica. Una de sus operaciones más recordadas es la reconstrucción del rostro del teniente William Spreckey; quien había perdido la nariz tras una explosión.
Para la reconstrucción, Gillies tomó tejido cartilaginoso de una de las costillas del paciente y la implantó en su frente. Una vez implantado y formado, cortó los excesos de tejido y piel sobrantes. La operación y su recuperación implicaron un proceso de 3 largos pero fructíferos años. Al fin y al cabo, fue la primera nariz reconstruida a partir de cartílago. Estos son los resultados:
Fuente: The Telegraph
La labor de Harold Gillies fue, como decíamos, primitiva pero fundamental para el desarrollo de futuras técnicas. Centró las bases de la cirugía plástica y reconstructiva, aunque el verdadero despliegue de la cirugía plástica llegaría con la II Guerra Mundial.