Quienes somos profesionales de la cirugía estética sabemos que es difícil encontrar a alguien que no cambiaría un ápice de su aspecto físico si tuviese oportunidad: siempre suele haber alguna parte o rasgo de nuestro cuerpo con el que no estemos conformes completamente y que desearíamos cambiar.
El problema reside en que la mayoría de las veces suele ser algo más complejo que un simple cambio en el tono del cabello o del color de ojos, ejemplos ambos que se solucionan de manera sencilla frente a otros cuya complejidad es muy elevada…¿o quizá no?.
La cirugía plástica y estética ha avanzado a pasos agigantados en los últimos años, tanto por razones obvias como son los avances en tecnología e investigación, como por una cada vez mayor importancia de nuestro aspecto dentro de una sociedad que pone el foco en la apariencia física más de lo que lo hacía antes. Estas mejoras, unidas al destierro de prejuicios y mitos acerca de la cirugía estética, y sumados a tratamientos cada vez menos invasivos, así como a la democratización de los precios de este tipo de tratamientos, hacen del acto de visitar una clínica de cirugía estética algo común y extendido.
Todo ello nos presenta una realidad que tiene dos caras bien diferenciadas: por un lado, vemos que los problemas de psicológicos y de autoestima de muchas personas alcanzan una solución de manera mucho más fácil en la actualidad, suponiendo la cirugía estética una salida hacia una nueva vida: ginecomastia, aumento de pecho, eliminación de estrías…son especialidades que contribuyen en alto grado a que el paciente construya una mejor autopercepción y desarrolle su autoconfianza.
Por otro lado, vemos como siempre que se produce una mayor demanda de cualquier producto o servicio la oferta se dispara, algo que se traduce en clínicas y cirujanos cuya meta profesional es la de hacer negocio, manteniendo una perspectiva de la cirugía totalmente ajena a la vocación, algo que resulta muy peligroso para la salud del paciente, tanto física como psicológica. De igual modo, resulta negativo que esa gran demanda a la que hacemos referencia proceda, en gran número, de pacientes que no han meditado bien su decisión, que su primer impulso está motivado por una moda o tendencia que se convertirá e pasajera, o que mantienen expectativas erróneas de lo que la cirugía puede suponer para ellos. Por este motivo, acudir a profesionales altamente cualificados y con amplio bagaje se antoja imprescindible: en la Clínica Ruber Castro Sierra de Madrid contamos con más de 35 años de experiencia y gozamos de prestigio y reconocimiento dentro la cirugía plástica y estética, por lo que si estás pensando en someterte a una operación de este tipo, queremos conocerte y asesorarte desde la mayor profesionalidad y atención, algo que te demostramos ofreciéndote una primera consulta sin coste alguno.