Cada vez más la sociedad se preocupa por lo que come: el torrente de información acerca de nuestra alimentación ha sufrido un importante auge en los últimos tiempos, más aún con la proliferación de múltiples web que hablan acerca del tema. Y es que la cuestión no es baladí: las enfermedades y problemas derivados de una dieta poco equilibrada son, en algunos casos, de graves consecuencias.
Evidentemente, cada uno puede elegir su dieta y comer lo que le plazca, pero el problema surge cuando no estamos lo suficientemente informados acerca de lo que comemos, y creemos que determinados alimentos son beneficiosos para nuestra salud.
La Food & Drug Administration (FDA, la agencia estadounidense encargada de la seguridad alimentaria) ha tenido que replantearse el etiquetado de determinados productos que antes denominaba saludables por “esconderse” en ellos un elevado porcentaje de azúcar en cualquiera de sus formas: los siropes y otros ingredientes se suman al azúcar propiamente dicho en numerosas ocasiones sin que reparemos en su presencia al leer las etiquetas
¿Qué podemos hacer?
Fundamental es, como hemos comentado, leer bien el etiquetado de los productos y ser conscientes de lo que ingerimos (no es necesario quebrarse la cabeza cada vez que hagamos la compra, pero sí es básico tener claros unos patrones de alimentación) es una de las medidas que podemos adoptar para nuestro propósito de llevar una dieta saludable.
Otra de las medidas que podemos tomar es consultar a médicos especialistas acreditados que nos indiquen cuales son los alimentos que mejor pueden ayudar a mejorar nuestra salud.
Y por último, un remedio que nunca falla: fiarse más de los alimentos que de los productos. Así, si conocemos la procedencia concreta de los alimentos que utilizamos para preparar un determinado plato, nunca podremos equivocarnos a la hora de afirmar si es saludable o no, aunque aquí también puedan influir factores como el modo de preparación.