Este pasado jueves, el Congreso validó la subida de impuestos en tabaco, alcohol y bebidas con altos niveles de azúcar por ser estos artículos negativos para nuestra salud.
Meses atrás, fue la Organización Mundial de la Salud (OMS) la que propuso esta subida de impuestos en los refrescos azucarados con el objetivo de reducir una creciente obesidad global y el número de casos de diabetes, que se cuentan por cientos de millones, afectando especialmente a los niños. Cabe destacar que algunos estudios también relacionan el consumo de azúcar refinado con problemas de hipertensión, niveles elevados de triglicéridos, resistencia a la insulina, envejecimiento, o con déficits nutricionales de vitaminas del grupo B, y calcio.
Según Francesco Branca, director de Nutrición de la propia OMS, “desde un punto de vista nutricional la gente no necesita azúcar en sus dietas”. Siguiendo las indicaciones de la OMS, el consumo de azúcar nunca debería ser superior a una décima parte de nuestras necesidades energéticas: una sola lata de refresco azucarado superaría el 100% de azucares libres (glucosa, la fructosa o el azúcar de mesa bebidas y comidas, así como los que están de forma natural en productos como la miel o los zumos ) considerados ideales para un día.
Lo cierto es que desde la década de los 80, la obesidad se ha duplicado, ocurriendo esto de manera especial entre los más pequeños. Además, la diabetes, relacionada con el consumo elevado de azúcar y con el sedentarismo, se cobra cada año un millón y medio de vidas, por lo que debemos atender de manera especial a los riesgos derivados del consumo desproporcionado de azúcar.
A pesar de que plantean una alternativa menos calórica con respecto a un refresco tradicional, en las bebidas light se utilizan edulcorantes cuyo riesgos para la salud están en entredicho, y que pueden alterar nuestro apetito al emitir a nuestro cerebro señales confusas.